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lunes, 11 de abril de 2011

Ronaldo, el distinto

Por Joaquín Branne
El tipo es bueno de enserio, dirían los viejos en una amena charla de café. Porque el fútbol ha cambiado, pero no la manera de sentirlo, ellos admitirían que Cristiano Ronaldo es un verdadero crack, o un jugador de puta madre si habláramos con un gallego fanático del Real Madrid.
En cualquier parte del mundo, quizá, el portugués sea reconocido de esta manera. Más allá del idioma y de las culturas propias de cada región, el talento de Cristiano ha logrado ser indiscutible. Porque su fútbol habla un idioma universal. Para todos (o casi todos), mencionar a Ronaldo, es referirse a un jugador deslumbrante, capaz de hacer lo que quiere, cuando quiere y donde quiere. Ya lo ha demostrado en el Manchester United con tan sólo 18 años de edad y ahora hace lo propio vistiendo la mítica casaca blanca del Real Madrid. En el Santiago Bernabeu, la casa del equipo merengue, logró conquistar el amor incondicional de los hinchas. En su presentación, 80.000 personas asistieron para darle la bienvenida y agradecerle haber elegido al club español por sobre otras opciones.
Llegar con la presión de haber sido el fichaje más costoso del fútbol mundial (96 millones de euros) no le generó ningún temor. Para Ronaldo, que se hable de él es lo que mejor que le puede pasar, porque ama la fama y porque, lejos de la humildad de otros cracks, se siente el mejor de todos. Ni Messi ni muchos otros grandes jugadores que marcaron una época en el fútbol se animaron a semejante declaración. Pero Cristiano es distinto hasta en eso. Es un ídolo diferente al prototipo general, un ídolo que se auto idolatra. Su egocentrismo es parte de sí, y lo encaminó a lo que es hoy en día. Creerse el mejor le sirvió para demostrárselo a los demás. Se convenció a si mismo de que lo era y eso le ayudó, aunque muchos no acepten su manera de ser. En las canchas españolas más de una vez le han hecho saber su desprecio.
El caso más reciente cita del 29 de noviembre del 2010, cuando el Real Madrid se midió ante Barcelona en el Camp Nou. Allí, ante una verdadera multitud de hinchas catalanes, el portugués debió soportar una silbatina constante luego de enfrentarse cara a cara con Xavi Hernández. Seguramente ese encuentro quedará marcado en su carrera deportiva. La derrota por 5 a 0 será un recuerdo imborrable para él, como también lo será no haber podido ser la estrella de aquel partido. Que las cámaras no lo hayan enfocado, a lo mejor le resultó más doloroso que la derrota en sí.

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