¿ Quienes Somos ?

viernes, 26 de agosto de 2011

Con final abierto




Por Lucas Parnes

Cuando tenía solo trece años, Francesc Fábregas se veía muy apenado por la separación de sus padres, fue por eso que su director técnico en “La Masía” llamó a Josep Guardiola, el ídolo de la joven estrella, para levantar su animo.

"Para Francesc Fábregas, esperando que de aquí a unos años te vea con la 4 en el Camp Nou. Salud y suerte. Pep Guardiola".  Decía la firma soñadora que aquel mítico volante central estampó en la camiseta del muchacho.

El destino quiso que tan solo unos años después Cesc partiera rumbo a Londres para jugar en el Arsenal, donde creó su reputación en el mundo del fútbol demostrando fantásticas cualidades técnicas y una gran capacidad para entender este deporte.

Mientras tanto, el Barcelona construía de a poco el equipo de ensueño que ahora esta en boca de todos. Aquel que siempre apuesta al juego y al buen trato del balón. Messi, Iniesta, Xavi, Puyol y otros tantos lograron una impresionante cantidad de títulos batiendo todos los records posibles.

Sin embargo, Pep sabía cual era la pieza que le faltaba. No por una necesidad imperiosa en lo futbolístico, sino por una historia que debía ser escrita. La de Fábregas y el FC Barcelona.

Desde el mismo momento en que Cesc pisó las inmediaciones del Camp Nou se supo allí iba a encajar a la perfección. Lo rápido que logró adaptarse y la relación que forjó con sus compañeros es la inconfundible sensación de alguien que regresa a su verdadero hogar.

Y como regalo de bienvenida, el 4 ya ha cosechado dos títulos con el equipo “Blaugrana”, habiendo disputado tan solo tres partidos. La misma cantidad de trofeos que consiguió alzar en ocho años con el Arsenal inglés.

El final del  libro de Cesc Fábregas y el Barcelona vuelve a estar abierto y promete relatos épicos de ahora en adelante. Demostrando que este equipo no se cansa de hacer historia, tanto dentro, como fuera de la cancha.

sábado, 13 de agosto de 2011

Un galés suelto por Inglaterra

Por Cristian Dellocchio
Los 45 millones de euros por Sergio Agüero (Manchester City), los 22 por el internacional inglés Stewart Downing (Liverpool), una cifra similar por la promesa belga Romelu Lukaku (Chelsea) u otra por el portero español David De Gea (Manchester United) renovarán, entre otras compras, el arranque de una siempre económicamente excéntrica Premier League que hoy, inmersa en la crisis social que atraviesa Inglaterra, dará comienzo a su vigésima edición. Sin embargo, alejado de esa oleada de billetes, el lunes por la noche cerrará la fecha la presentación del debutante equipo galés Swansea City. Sí, galés.

jueves, 11 de agosto de 2011

Un recuerdo inolvidable


Por Joaquín Branne
“Esto me está matando”. El Melbourne Park permanecía en silencio, mientras las cámaras de televisión enfocaban el rostro desconsolado de Roger Federer.
Sentado en el banco, con la cabeza gacha y las manos en la frente, el mejor jugador de tenis de todos los tiempos hacía su momento de luto ante una multitud que atónita aguardaba por la entrega de premios. “Al principio estás disgustado, sorprendido y triste, son muchos sentimientos los que tienes. El problema es que no puedes irte al vestuario y darte una ducha fría. Tienes que salir fuera. Y ése es el peor momento”. El discurso de Federer aún hoy retumba en los pasillos del principal estadio de Australia. Allí, ante más de quince mil personas, el suizo acababa de perder su quinta final consecutiva a manos de Rafael Nadal y de esta manera, cedía aún más terreno a sus intenciones de recuperar el primer puesto del ranking mundial.
En un repaso de su carrera, Roger Federer difícilmente pueda olvidar aquella triste tarde de enero. Acostumbrado a las victorias, cuando el suizo decida abandonar el tenis y recueste su cabeza sobre la almohada con sus hijas ya crecidas y un futuro económico aún más consolidado, probablemente la imagen de la derrota gobierne en su interior, como uno de los momentos más tristes de su vida profesional. Entre tantas distinciones, premios, homenajes y elogios, recordará cada detalle de esa final perdida en 2009. Los errores, los aciertos, las emociones y el compungido desenlace. El aplauso de la gente y el abrazo con Nadal. El desconsuelo de su esposa y ese instante en que el mundo cayó encima de él. En las páginas doradas de su exitoso libro, no faltará ninguno de estos momentos. La historia quedará marcada a fuego. Y ahí, entre tantos grandes acontecimientos, surgirá una imagen que lo cautivará y le hará recobrar el llanto. 

lunes, 1 de agosto de 2011

El hombre indicado

Por Joaquín Branne
Con los ojos espejados y una sonrisa pocas veces antes vista en él, Alejandro Sabella se preparaba para dar un discurso histórico e inolvidable. Habían pasado pocas horas de la consagración de Estudiantes en el apertura 2010 y una multitud, inmersa en la felicidad propia de un acontecimiento de este tipo, aguardaba expectante por su palabra, por esa voz que tantas veces hizo emocionar y que ahora no haría más que dejar en claro los valores inherentes de este logro. “Somos la dignidad, somos la integridad, somos el esfuerzo que conmueve, somos el espíritu indomable, somos…la fe, la esperanza, un grupo de jugadores hermanado en la solidaridad, que tienen adentro suyo una sangre roja y blanca y dan todo por el club”. La frase de Alejandro se hizo eco en los corazones de cada uno de los hinchas presentes. Para ellos, la alegría ya era llanto y el llanto mismo la posibilidad de expresar la emoción propia de un momento único, que seguramente quedará por siempre instalado en la memoria y que por más años que pasen, perdurará ahí, para ser contado, para revivirlo y quizá volver a emocionarse.
El discurso continúa, pero la imagen es la misma. Aplausos, gritos, fuegos artificiales, aplausos, rojo, cantos, lágrimas, emoción, blanco, abrazos, besos y un nombre que se repite cada vez con mayor énfasis. Alejandro Sabella es el hombre de la historia, de una historia que quizá pueda repetirse, aunque los colores seguramente serán otros.

El día que perdió Grondona

Por Joaquín Branne
“Se suspendió la idea, no tengo interés en modificar nada”. La frase de Julio Humberto Grondona no está sacada de contexto ni tiene otras intenciones. El presidente de la AFA, casualmente a un día de la multitudinaria marcha en reclamo al proyecto de modificación del torneo de primera división, confirmó, a través de un comunicado de prensa, el incumplimiento de aquella consideración de fusionar la primera división con la B Nacional y conformar una liga de 40 equipos, algo inédito en el fútbol mundial. El despropósito surgió un lunes como cualquier otro en una reunión de comité ejecutivo. Allí, entre más de 30 directivos de diferentes clubes, Julio Humberto Grondona, había “acercado gentilmente” la propuesta para ser evaluada y posteriormente aprobada por más de la mitad de los presentes. Pero para su sorpresa, la idea de conformar un solo torneo con el doble de equipos y eliminar los promedios, algo que seguramente pensó que le iba a otorgar el apoyo de los simpatizantes de los equipos grandes más comprometidos con el descenso,  no tuvo grandes adhesiones.
Millones de personas y casi una totalidad de la prensa mostró un claro disconformismo con esta idea que en caso de no haber tenido tantas repercusiones negativas, hubiese sido aprobada en el mes de octubre y puesta en vigencia el año siguiente, con la inclusión asegurada de 16 de los 20 equipos de la B Nacional y el apartamiento total del Grupo Clarín en las transmisiones televisivas, para muchos, la gran razón de este intento de modificación. 
Una locura más por parte del cuerpo dirigencial de la AFA hizo tambalear, por unas semanas, la integridad del fútbol argentino de primera división. Aunque está vez, felizmente, el exceso de poder y los negociados ocultos no pudieron contra la oposición de la gente.