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martes, 26 de abril de 2011

Gimnasia y un futuro incierto

Por Joaquín Branne
Las matemáticas son engañosas y muchas veces pueden resultar demasiado crueles. Los que por obligación acostumbran en el fútbol a convivir con la presión de los números prefieren evitarlas y aquellos que mejor están no pueden prescindir siquiera de observarlas con temor. En el torneo argentino es una costumbre instalada. Las cuentas, los promedios, las rachas, los goles convertidos, todo forma parte integral del hábito futbolero. Es así por varias razones, pero principalmente por una: la necesidad.
La controversial tabla del descenso y las ya establecidas decisiones en cuanto a la disputa de dos campeonatos cortos en lugar de uno extenso ha llevado a que los números, en un contexto determinado, cobren mayor relevancia que el juego en sí y sean vitales a la hora de tomar medidas extremas. En el actual certamen varios son los equipos que mantienen una estrecha relación con las estadísticas. Quilmes, Huracán y Gimnasia, que casualmente y en este juego de las matemáticas no gana hace cinco partidos, son quizá los principales protagonistas de este vínculo inevitable. El conjunto platense es de los tres el caso más llamativo. Por nombres y rendimientos individuales, su situación no deja de sorprender. La interminable lucha por no rescindir su permanencia en la primera división resulta demasiado castigo para un equipo que ya ha tenido que padecer la disputa de dos promociones consecutivas en el año 2008 y 2009.

Para explicar el presente que vive Gimnasia no hace falta más que observar algunos datos negativos de su participación en este campeonato. De las once fechas jugadas hasta el momento, el equipo que conduce técnicamente Ángel Cappa ha convertido diez goles (menos de uno por partido) y ha recibido catorce. Su delantera muestra grandes falencias a la hora de de la definición y su defensa no da garantías en el fondo. De la decena de tantos que lleva anotados, cinco fueran obra de Juan Neira, una de las revelaciones del torneo. Los otros se los repartieron entre Guillermo, Castro, Masuero, Vizcarra y Córdoba, estos dos últimos sin mucha relevancia en el equipo titular. La dependencia futbolística de su 10 ha sido tan grande que en los partidos que no convirtió, el equipo no pudo ganar. Su gran nivel en el inicio del clausura fue vital para el buen andar colectivo de Gimnasia. El empate ante San Lorenzo en la primera fecha y las victorias ante Colón y Tigre hicieron ilusionar a su gente pese a la dura derrota de local ante Olimpo y el clásico frente a Estudiantes. Con Neira iluminado la salvación era posible. Pero cuando su nivel decayó, principalmente por las falencias colectivas, aquellos sueños generados se derrumbaron tanto como el rendimiento del equipo. De ahí en más lo que todos conocemos: cinco partidos consecutivos sin victorias y el naufragio en la tabla de los promedios. Para colmo, por si esto fuera poco, de los restantes ocho partidos que quedan por disputarse Gimnasia deberá enfrentar a Banfield, a Vélez, a Godoy Cruz, a Racing y a Boca en lo que quizá pueda ser su último partido en la primera división antes de emprender su viaje al Nacional B. No será para nada sencillo cumplir el objetivo de permanencia, más con el andar ganador de All Boys y Olimpo. La ilusión persiste en los hinchas porque el Lobo ha demostrado ser feroz a la hora de enfrentarse con situaciones críticas. Habrá que esperar nomás para conocer el futuro de Gimnasia. Quién dice una nueva hazaña sea posible…

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