¿ Quienes Somos ?

miércoles, 27 de abril de 2011

Como siempre

 Por Lucas Parnes

Para los ojos de los mortales, los condenados a ser eternamente comunes y aquellos que se desean mediocres, se encuentra perdido. Por momentos  algunos hasta se olvidan que está y parece dar lo mismo si se hubiera quedado en su casa.

 Y así también lo siente él, ofuscado, molesto porque las cosas no están saliendo como tantas veces soñó ni como tantas otras realizó. Pero ahí se queda, no se rinde y continúa intentando. Piensa cada paso que da para poder encontrarse de una vez por todas con la oportunidad esperada. Y llega.

Tan solo empujarla para tomar una distancia mínima, pero abismal. Se desahoga y deja el terreno listo para lo que viene, lo que le gusta y disfruta. Porque ya cumplió con todos pero todavía tiene una deuda consigo mismo, con sus ideas y con la razón de su existencia.

Explota cerca de la mitad de la cancha y se hace parte de viento a medida que va dejando a los rivales plantados llevando la pelota cortita, como siempre, y solo se desprende de ella para prestársela al único lugar al que pertenece lejos de sus botines, el fondo de la red.

martes, 26 de abril de 2011

Gimnasia y un futuro incierto

Por Joaquín Branne
Las matemáticas son engañosas y muchas veces pueden resultar demasiado crueles. Los que por obligación acostumbran en el fútbol a convivir con la presión de los números prefieren evitarlas y aquellos que mejor están no pueden prescindir siquiera de observarlas con temor. En el torneo argentino es una costumbre instalada. Las cuentas, los promedios, las rachas, los goles convertidos, todo forma parte integral del hábito futbolero. Es así por varias razones, pero principalmente por una: la necesidad.
La controversial tabla del descenso y las ya establecidas decisiones en cuanto a la disputa de dos campeonatos cortos en lugar de uno extenso ha llevado a que los números, en un contexto determinado, cobren mayor relevancia que el juego en sí y sean vitales a la hora de tomar medidas extremas. En el actual certamen varios son los equipos que mantienen una estrecha relación con las estadísticas. Quilmes, Huracán y Gimnasia, que casualmente y en este juego de las matemáticas no gana hace cinco partidos, son quizá los principales protagonistas de este vínculo inevitable. El conjunto platense es de los tres el caso más llamativo. Por nombres y rendimientos individuales, su situación no deja de sorprender. La interminable lucha por no rescindir su permanencia en la primera división resulta demasiado castigo para un equipo que ya ha tenido que padecer la disputa de dos promociones consecutivas en el año 2008 y 2009.

jueves, 14 de abril de 2011

Un día como hoy: El adiós a Dante Panzeri

Por Joaquín Branne
Dante Panzeri no murió en paz. No tuvo esa suerte. Los días de 1978 eran demasiado difíciles como para tener una merecida despedida. Habían pasado dos años del derrocamiento de Isabel de Perón y el clima de terror se mantenía instalado en las calles. Los militares al poder. Muertes y desaparecidos. La llegada del mundial de fútbol y el aprovechamiento para el Proceso de Reorganización Nacional. Dante siempre supo que había algo detrás de todo esto. Lo sabía bien. Por eso nunca dudó en enfrentar al poder.
En la dictadura de 1962 y ante las presiones de Álvaro Alsogaray, Panzeri había dado su primera gran muestra de valentía. Cansado de las influencias políticas del economista argentino, decidía abandonar la Revista El Gráfico. No había caso. Los militares no eran su estilo. La Libertad de expresión, que por ese entonces parecía esfumarse, todavía tenía lugar entre sus convicciones. Priorizó la palabra. No transó con el poder, no les temió a los gorilas que manejaban el país. Cinco años más tarde, cuando presentó el libro “Fútbol, dinámica de lo impensado” bajo el gobierno de facto de Onganía, Dante volvió a cargar contra ellos, denunciando el perverso sistema de contraprestaciones que estaban por entablar la AFA y el régimen. En una nota publicada en aquel entonces, Panzeri decía: "El gobierno nunca le bajó ni le bajará la cortina a los clubes de fútbol. ¿Cuándo vio una cosa así en la Argentina? No pasa nada... No pasa nada". "Ese fue el primer síntoma de lo que vendría después. Y lo que vino después fue un simple acuerdo de 'prestación de servicios públicos del fútbol al Estado, a nivel compensatorio o amortizable del favor de 'no bajar la cortina'".
Fue un símbolo de la época, un hombre capaz de pelear por un país mejor. Dedicó su vida al periodismo y hasta los últimos días juró lealtad a la profesión. El 14 de abril de 1978, a pocos días del inicio del Campeonato Mundial de Fútbol disputado en Argentina, Dante Panzeri no tiene más fuerzas y fallece en el Instituto de Cirugía de Haedo. No podía permitirse estar vivo cuando ese momento llegue.

El Cerebro

Por Lucas Parnes

Y ahí se acercaba de vuelta la pelota. Esta vez a ras del piso con una velocidad lenta pero convincente, de manera tal que era seguro que iba a llegar a su destino, el pie del muchacho desgarbado cuya remera de algodón blanca  pedía urgente la jubilación que le permitiría ser pijama un par de años más antes de ser tirada.

Este chico tenía una capacidad prácticamente inhumana, que incluso los mejores jugadores del mundo hubiesen envidiado si supieran de su existencia. Sus amigos lo llamaban el Cerebro.

Nadie en el mundo entendía tanto de la dinámica del fútbol como él. Y tampoco nadie amaba tanto a este deporte. Su sueño, como el de todo niño, había sido ser futbolista profesional, pero hace ya varios años había dejado esa idea de lado. Entonces, se conformaba con jugar tranquilo con sus amigos.

Cada vez que iba a recibir una pelota, en el preciso momento en el que el pase de un compañero partía hacia su posición, el Cerebro armaba en su mente la jugada perfecta para la ocasión. Con una claridad, una justeza, siempre tan simple que si alguien pudiera meterse dentro de su cabeza entendería porque siempre parecía todo tan fácil desde ahí adentro.

Y así disfrutaba partido tras partido el Cerebro, imaginando las jugadas más hermosas de la historia con el como protagonista. Segundos antes de hacer contacto con el balón se embriagaba de fútbol mientras todo encajaba a la perfección. Tocando de primera con el empeine externo para ese compañero que se abría por la izquierda y corriendo a buscar la devolución, que en caso de llegar por aire dominaría con el pecho al tiempo que giraba el resto de su cuerpo de cara al arco que destrozaría con un zurdazo cruzado.

Que feliz se sentía cuando se visualizaba abriendo la piernas para dejar correr la pelota que atravesaba todo el campo, libre, inmaculada y certera hasta otro de sus compañeros. Esta vez se acercaría para recibir corto, pisarla con elegancia para  que siga de largo aquel ridículo rival que salía desesperado a marcarlo y ubicarla con la derecha en el ángulo del segundo palo que el arquero había dejado completamente descuidado admirando la magia que desplegaba el Cerebro.

Como amaba el fútbol este chico, cuanto le gustaba pasarse la vida en una canchita con las impecables jugadas que creaba su prodigiosa cabeza solo comparable con la pluma del mejor de los escritores o los dedos del más talentoso guitarrista. Tan radiante se lo veía mientras rodaba la pelota que ni siquiera el hecho de no poder concretar nunca ninguna de las jugadas que imaginaba le amargaba el momento.

Porque así era, el tenía un don, pero también debían soportar una terrible maldición. Simplemente era malo jugando al fútbol. Podía tener en su mente todos los movimientos pero jamás lograba imitarlos con el resto de su cuerpo, cualquiera hubiese sucumbido ante esta horrible situación, pero no el Cerebro.

Pese a que los balones le rebotaban como a un poste, que sus remates al arco apenas se levantaban del suelo, sus pases eran casi siempre interceptados por los contrario, incluso que a veces hasta se tropezaba y terminaba tirado cuando iba en busca de una pelota. Nada lo afectaba.

Este muchacho en lugar de odiar a su propio cuerpo por la incapacidad que le generaba, se limitaba a cerrar los ojos cada vez que erraba un gol, cada vez que trataba de amagar a un rival y la pelota se enredaba en sus pies como si tuviese los botines puestos al revés, el cerraba sus ojos y veía una definición preciosa, a los rivales tendidos en el suelo confundidos y a la tribuna desencajada exclamando su nombre mientras el, de rodillas, extendía sus brazos al cielo, agradeciendo a dios por haberle dado esa imaginación, tan poderosa que podía superar su propia realidad y hacerlo vivir todos sus sueños. En una mentira cierto, pero en la mentira mas hermosa de todas.
  

miércoles, 13 de abril de 2011

El candidato

Por Joaquín Branne
Hace dos días que vengo pensando en escribir una nota sobre la ausencia de grandes equipos en esta edición de la Copa Libertadores. Vaya uno a saber porqué desistí antes de comenzar. Que la intuición, que la duda, la pocas ideas, no sé. Algo dentro de mí me decía que estaba equivocado. Que todo lo que podría haber redactado aquella tarde de nada hubiera servido, que hubiese faltado a la verdad. A mi propia verdad. Porque ahora sí estoy seguro que mis reflexiones eran equivocadas, que suponía mal y que ninguno de los que leyese esa nota compartiría mi opinión. No porque busque hacerlo, ni mucho menos. Nunca me interesó demasiado concordar mi manera de ver la cosas con los demás. Siempre confié en mi criterio, y si así no fuese, nada podría hacer, porque es mi criterio, el que me tocó. No da andar cambiando porque otros no piensan como uno. La cuestión es que aquella tarde, por suerte, no escribí nada. Si lo hubiese hecho me sentiría ahora un boludo, que no tiene criterio (o mejor dicho un mal criterio, porque todos tenemos), pero como no lo hice, ahora soy un sabio, un erudito, puras pavadas.

lunes, 11 de abril de 2011

Messi, el único

Por Lucas Parnes

Resulta casi imposible no caer en los típicos elogios. Que la humildad, la sencillez, la tranquilidad y el compañerismo son lo que lo hacen grande. Que ya no quedan adjetivos, ni siquiera sustantivos, para describir su perfección.  Por supuesto que todo eso lo enaltece, lo ponen en lo más alto y parece que va a quedarse ahí para siempre, por delante de tantos otros.

Sin embargo,  todas esas cosas que se puedan decir, incluso aquellas para las cuales no alcanzan las palabras, son incomparables con ese momento sublime, divino, glorioso.  Ese instante en el que agarra la pelota y arranca. Porque siempre que lo hace algo sucede. Todo aquel que este mirando el partido se abstrae de lo que lo rodea aunque sea por un segundo, porque es inevitable.

Algo más insólito aún es lo que sucede cuando no está dentro de una cancha, no tiene la pelota en los pies, no hay miles de personas pendientes de su siguiente paso, gambeta o definición. Allí es otro. No lanza una bomba frente a una cámara, no sale involucrado en un escándalo real ni posa  semidesnudo para las revistas semana tras semana. Es simplemente uno más, incluso pasa desapercibido.

Pero cuando la agarra se transforma. Ese mismo chico que uno  ve y resulta lo más inofensivo del mundo se vuelve implacable. La peor pesadilla para los rivales  y el mejor de los sueños para los amantes del fútbol. Porque el que ama realmente el fútbol no puede negarlo. Quizás es aceptable un poco de bronca, producto de la inevitable envidia. Pero negar su calidad, cuestionar sus logros, poner en duda su pasión, eso no puede ser permitido.

Porque en el preciso momento que domina la pelota algo se instala en el aire. A veces pasa rápido porque la suelta para un compañero. Otras, dura un poco más, ilusiona, se va agrandando a medida que avanza y  sortea rivales. Pero de no concluye. Sin embargo, eso no es motivo de decepción, sino que parece estar todo armado para preparar el terreno y que todos estén listos cuando suceda. Porque de golpe se la vuelve a encontrar y esta vez no falla. Culmina la jugada de la mejor forma posible y  todo aquel que lo observa agradece. Excepto los rivales claro.

No hay palabras para describirlo  porque él no las necesita  para transmitir su mensaje. Aquel que lo siga lo sabrá disfrutar. Quienes no, se lo terminaran perdiendo. Pero a él no le importa, simplemente los dejará plantados, callados,  ridículos, como a otros tantos rivales.

Ronaldo, el distinto

Por Joaquín Branne
El tipo es bueno de enserio, dirían los viejos en una amena charla de café. Porque el fútbol ha cambiado, pero no la manera de sentirlo, ellos admitirían que Cristiano Ronaldo es un verdadero crack, o un jugador de puta madre si habláramos con un gallego fanático del Real Madrid.
En cualquier parte del mundo, quizá, el portugués sea reconocido de esta manera. Más allá del idioma y de las culturas propias de cada región, el talento de Cristiano ha logrado ser indiscutible. Porque su fútbol habla un idioma universal. Para todos (o casi todos), mencionar a Ronaldo, es referirse a un jugador deslumbrante, capaz de hacer lo que quiere, cuando quiere y donde quiere. Ya lo ha demostrado en el Manchester United con tan sólo 18 años de edad y ahora hace lo propio vistiendo la mítica casaca blanca del Real Madrid. En el Santiago Bernabeu, la casa del equipo merengue, logró conquistar el amor incondicional de los hinchas. En su presentación, 80.000 personas asistieron para darle la bienvenida y agradecerle haber elegido al club español por sobre otras opciones.
Llegar con la presión de haber sido el fichaje más costoso del fútbol mundial (96 millones de euros) no le generó ningún temor. Para Ronaldo, que se hable de él es lo que mejor que le puede pasar, porque ama la fama y porque, lejos de la humildad de otros cracks, se siente el mejor de todos. Ni Messi ni muchos otros grandes jugadores que marcaron una época en el fútbol se animaron a semejante declaración. Pero Cristiano es distinto hasta en eso. Es un ídolo diferente al prototipo general, un ídolo que se auto idolatra. Su egocentrismo es parte de sí, y lo encaminó a lo que es hoy en día. Creerse el mejor le sirvió para demostrárselo a los demás. Se convenció a si mismo de que lo era y eso le ayudó, aunque muchos no acepten su manera de ser. En las canchas españolas más de una vez le han hecho saber su desprecio.
El caso más reciente cita del 29 de noviembre del 2010, cuando el Real Madrid se midió ante Barcelona en el Camp Nou. Allí, ante una verdadera multitud de hinchas catalanes, el portugués debió soportar una silbatina constante luego de enfrentarse cara a cara con Xavi Hernández. Seguramente ese encuentro quedará marcado en su carrera deportiva. La derrota por 5 a 0 será un recuerdo imborrable para él, como también lo será no haber podido ser la estrella de aquel partido. Que las cámaras no lo hayan enfocado, a lo mejor le resultó más doloroso que la derrota en sí.

miércoles, 6 de abril de 2011

Goles: Barcelona 5 - Shakhtar Donetsk 1


Mensaje para Madrid

Por Lucas Parnes
El Barcelona aplastó por 5 a 1 al Shaktar Donetsk y prácticamente se aseguró su lugar en las semifinales de la Champions League. Donde para alegría de los que amamos el fútbol, se enfrentaría al Real Madrid que también goleó en su partido de ida. Teniendo en cuenta que además deberán verse las caras por la Liga y la final de la Copa del Rey,  podremos ver ni más ni menos que 4 clásicos en 17 días. A disfrutar...
Apenás comenzado el partido el equipo ucraniano asustó a todos en el Camp Nou tras llegar al área de Victor Valdés en una situación que finalmente no tuvo la definición correcta por parte de los delanteros visitantes. Si a esto le sumamos que Pep Guardiola había declarado que tenía un mal presentimiento con respecto a este encuentro, más de un catalán debe haberse preocupado. Pero el Barça necesito tan solo de unos segundos más para acabar con las especulaciones, porque Andrés Iniesta se llevó una pelota que rebotaba en el área y con una definición exquisita, pero que ya no sorprende, puso a su equipo 1 a 0 antes de que el cronómetro marcase dos minutos de juego.
Pese a esto, el Shaktar, o mejor dicho, los atacantes brasileros del Shaktar (D.Costa, Jadson, Willian y L.Adriano), se las ingeniaron para seguir haciendole fuerza al mejor equipo del mundo aunque sea por unos cuantos minutos. Sin embargo, precisamente otro  brasilero como lo es Dani Alves tiró una diagonal al vacío aprovechando la salida tardía de la defensa rival para conectar un milimétrico pase de Iniesta y con solo dos toques poner el 2 a 0.
Luego la historia fue la de siempre. Comandado por Xavi el Barcelona se apoderó de la pelota y terminó goleando a su rival de turno como es costumbre.
Tras el quinto gol, volvieron a aparecer en las tribunas del Camp Nou las manos de los hinchas “Blaugranas”  extendiendo todos los dedos al frente. Esta vez, más que para gozar al rival del momento parecen ser un desafío para su principal enemigo, el Real Madrid de Mourinho, Cristiano Ronaldo y tantos otros cuyas heridas, del 5 a 0 pasado, aún no han sanado. 

martes, 5 de abril de 2011

El partido de mi vida

Por Lucas Parnes
El partido estaba jodido. Veníamos abajo por dos goles,  3 a 1 o  2 a 0 la verdad no me importaba mucho en ese momento, no porque no le diera bola al resultado, eso es una pavada uno cuando juega quiere ganar siempre, al fin de cuentas es lo único que te deja irte a tu casa contento. Porque a mi que no me vengan con esa payasada que después de que nos metieron siete goles en el primer tiempo mejoramos en el segundo y terminamos perdiendo por cuatro porque eso es una mentira, no es que levantamos el nivel, los otros ya nos habían liquidado y se pusieron a joder, para que van a seguir corriendo, se sabe que si quieren en dos minutos nos meten otros cuatro.
Pero dejame volver a ese partido que me estoy yendo de tema y te aburrís de la historia, y mirá que esta es buena eh… la mejor historia de mi vida creo. Ya vas a ver.
Como te decía, estábamos tres goles abajo y jugábamos mal, pero mal en serio, no hacíamos dos pases seguidos, el arquero iba y venía para todos lados pero no había caso, los defensores no cortaban un ataque y los delanteros ni te cuento, ni una chance clara eh, ni una!. Ahí estaba yo, arriba sin que me llegue la pelota y cuando me tiraban una me rebotaba para cualquier lado, parecía estar viva.
Como si esto fuera poco justo cuando el árbitro avisa que faltaba un minuto para el  descanso, hay un corner para ellos. Siempre se me complicaban esas a mí. Porque en las canchas de fútbol 5 los defensores suben a pedirla como locos y yo nunca sabía a quien carajo marcar, me iba con uno pero cuando veía que arrancaba me quedaba con el otro y le pegaba el grito a algún compañero “ojo con ese!” pero siempre era tarde. El turro recibía solo, a la carrera, y le rompía el arco a cualquiera. Yo sabía que la culpa era mía pero de puro orgullo me hacía el enojado y protestaba porque yo había avisado que lo marque otro. En fin, tres goles abajo, el último por mi culpa y terminado el primer tiempo.
Y cuando estás perdiendo así uno no sabe porque le dicen “descanso” al entretiempo. Yo no descansaba nada, la cabeza me daba vueltas a mil por hora pensando en lo mal que estaba jugando y en algún compañero que saltaba con otro típico discurso que no sirve para nada. “¡Vamos a dejar la vida en la cancha viejo!” ¿Qué es eso dejar la vida? Yo te corro todas las pelotas, me muevo cuando no la tengo, la pido, trato de tocar de primera, pero cuando no te sale, no te sale. O simplemente sos malo. Pero eso de dejar la vida en la cancha que se yo como se hace, más uno no puede dar.
Pero bueno, lo que viene ahora te va a parecer una exageración, una joda del destino o algo así, pero apenas arranca el segundo tiempo se larga una tormenta terrorífica, de esas que en cinco segundos ya estás todo mojado. No sabes lo que era, las gotas pegaban que parecían piedras, yo hasta pensé que granizaba. Y ahí llegó la clave de esta historia.

Las consecuencias de traicionar un estilo

Por Joaquín Branne
Lo sucedido con el Arsenal ante Barcelona en la vuelta de los octavos de final de la Champions League parece no haberle bastado a Harry Redknapp para confirmar el mantenimiento de un estilo de juego. Haber traicionado su forma de sentir el fútbol, como también lo hizo Arsène Wenger en aquella oportunidad, lo ha condenado a una caída insostenible desde cualquier criterio de análisis. Porque en el juego de las suposiciones, el entrenador inglés confió erróneamente en determinados cambios sistemáticos para una estructura clara y tan marcada como la del Tottenham. El reemplazo de Lennon por Jenas y la invención de Bale como extremo derecho no han hecho más que poner en evidencia los desaciertos cometidos en su idea de sostener, con entrega como pilar fundamental, los constantes ataques de un equipo que de mitad de cancha para adelante ha demostrado estar capacitado para lastimar, futbolísticamente hablando, a cualquier intento de defensa. Y en ese esquema poco claro (4-3-1-1-1, con Peter Crouch como único punta y Van der Vaart más retrasado) que plantó en busca de la hazaña, el Real Madrid logró sacar provecho al mejor estilo Barcelona. Con circulación de pelota y movilidad, el equipo de José Mourinho se floreó ante su gente en una demostración de cómo es posible jugar bien al fútbol siendo ofensivo y pensando siempre en el arco contrario. La potencia de Adebayor y la habilidad de Ronaldo, Ozil y Di María hicieron posible, junto a la temprana expulsión de Peter Crouch, una victoria que en la previa aparentaba ser más complicada de lo que finalmente terminó siendo.
La abrumadora diferencia entre un equipo y otro se confirmó en los noventa minutos de juego, pero se gestó desde antes del inicio del partido, cuando Harry Redknapp decidió sustituir a Lennon y conformar un esquema ultradefensivo, traicionando así sus propias convicciones.

Djokovic y un presente que ilusiona

Por Joaquín Branne
Resulta casi inevitable imaginar un futuro sin Novak Djokovic como el nuevo número uno del mundo. Por voluntad, por coraje y por jugar como pocos lo hacen en el circuito profesional, el serbio está encaminado a ocupar en poco tiempo el lugar que hoy en día conserva más que merecidamente Rafael Nadal. Lo realizado en esta temporada invita a esa suposición. Porque más allá de los triunfos y la imbatibilidad de turno, Nole a dado sobradas muestras de una apta capacitación técnica y mental para cargar con la presión de ser el nuevo rey del tenis moderno.
Desde hace ya algunos años que su talento reclamaba una consideración especial, una mención distinta. Allá por el 2008, cuando obtuvo su primer Abierto de Australia, algunas voces vaticinaron, viendo las notables condiciones de las que era poseedor, un porvenir auspicioso para este joven que con tan solo 21 años de edad y poco rodaje profesional lograba alcanzar el Grand Slam derrotando en la final a Jo- Wilfried Tsonga. Aquella futura promesa de la que hablaron durante sus comienzos, es hoy el número dos del ranking ATP y sin lugar a dudas, la estrella del momento. Su andar demoledor en este inicio de competencia lo ha caratulado como el “jugador a vencer” y le adjudicó, por méritos propios, la firme convicción de creer que ser el número uno es sólo cuestión de tiempo y de no engañarse en procura de éxitos triviales.
Ayer por la tarde sorteó otro gran escollo en sus intenciones de coronación. En Miami y ante Rafael Nadal, Djokovic se dio el gusto de conquistar su séptimo Masters 1000 y con veinticuatro victorias consecutivas lograr el tercer mejor comienzo de la historia, detrás de Ivan Lendl (25) y John McEnroe (39). “Lo normal sería que Novak logre el número uno del mundo en un mes y medio o dos”, declaró Nadal con cierto grado de resignación luego de la derrota en los Estados Unidos. Está claro para todos, ya casi no quedan dudas, en caso de mantener este nivel, será inevitable imaginar a Novak Djokovic en la cima del tenis mundial.