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jueves, 16 de junio de 2011

Último capítulo: Ganar o reventar


Por Joaquín Branne
Nadie puede quejarse de este final de campeonato. Los eternos castigadores del fútbol argentino y aquellos que, pese al flojo nivel de juego mostrado en estos últimos años, mantienen intacto el amor y la pasión por el torneo local tendrán un último capítulo apasionante. Noventa minutos de pura emoción, que determinarán la suerte de seis equipos. Quilmes, Gimnasia, Huracán, Olimpo, River y Tigre se repartirán el protagonismo y los puestos de descenso y promoción en una jornada única e histórica.
Con un mismo objetivo pero con distinta finalidad (algunos aspiran alcanzar la promoción, otros zafar de todo), cada uno de los equipos comprometidos deberá ganar su partido y esperar otros resultados para asegurarse la salvación. Excepto Tigre, que es el mejor ubicado de los seis y con una victoria certifica la permanencia, los demás estarán con la radio en la oreja o pendientes de algún mensajito esperanzador que les confirme lo que tanto soñaron en los días previos: que los rivales directos pierdan sus partidos correspondientes.
En la recta final no hay candidatos ni equipos que lleguen mejor que otros. Como en las finales, es a ganar o morir. El pasado no tiene valor, ni favorecerá a aquellos planteles que milagrosamente a falta de una fecha mantienen intactas sus chances de subsistir en la primera división. Pero así como no pesarán los momentos de cada uno, tampoco tendrá demasiada importancia los rivales a enfrentar. O mejor dicho, influirá pero no cambiará la idea de ir en búsqueda de la victoria. Haciéndolo ejemplo podríamos afirmar que Boca es más que Gimnasia y que un partido común de campeonato, el equipo platense se conformaría con un empate. Lo mismo para Lanús y River y quizá algún otro encuentro a disputarse en la misma hora. No hay vuelta que darle. Los seis planteles saben bien que si quieren permanecer en primera deberán ganar como sea, más allá de lo que puedan hacer los demás. Jugar con las matemáticas es un riesgo demasiado grande que ninguno, imagino, estará dispuesto a asumir. 

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