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martes, 14 de junio de 2011

La reinvención de Godoy Cruz

Por Joaquín Branne
La salida de David Ramírez hacía temer lo peor para Godoy Cruz. El volante ofensivo y principal figura del equipo mendocino se incorporaba a Vélez en una de las grandes novelas del verano y sus hinchas, dolidos por el alejamiento, comenzaban a imaginar un futuro complejo, sin el protagonismo de la temporada pasada. "Si a él y a los otros muchachos les sumamos los refuerzos que van llegando, creo que se va a armar un muy buen equipo”, declaró Da Silva a pocos días de confirmarse en el cargo de entrenador. Su intención de mantener a Ramírez resultó ser prioritario para el esquema de juego que procuraba utilizar. Lo quería delante de los cuatro medios siendo el nexo con los dos hombres de ataque. Ya lo había imaginado, inclusive, con la diez en la espalda, acompañando a un mediocampo de elite integrado por Villar, Olmedo y Carlos Sánchez, una de las grandes relevaciones de la temporada 2010.


Pero su deseo poco había pesado a la hora de tomar la decisión. Para los dirigentes, esperanzados en poder armar un equipo competitivo para afrontar la doble competición, resultó imposible prevalecer la jerarquía del plantel y rechazar la oferta de Vélez. Los tres millones de dólares que ingresaron al club fueron vitales para la conformación de una plantilla extensa, sin grandes talentos, pero con el deseo de hacer bien las cosas y dejar en alto el nombre de la institución. Las anteriores ventas de Castillo y Carranza obligaron al plantel de Godoy Cruz a reinventarse bajo la conducción de su nuevo entrenador. Mantener ó superar las buenas campañas consumadas con Omar Asad no sería tarea sencilla para un plantel diezmado por las transferencias de sus principales figuras. “De ser posible, pretendo incorporar la mayor cantidad de refuerzos”, solicitó Da Silva una vez instalado en Mar del Plata para llevar a cabo los trabajos de pretemporada. La lista de nombres incluía, al menos, un jugador por línea. Pensó en Archubi ó De Souza para reemplazar a Ramírez, pero el que llegó fue Falcón. Algo similar sucedió en la búsqueda de un nueve. Rodrigo Mora fue el delantero elegido, el as bajo la manga que tenía Da Silva para reforzar el ataque. Había hablado con él y hasta último momento pensó que podía llegar a Godoy Cruz. Pero Dante Prato, presidente de Defensor Sporting, demoró el transfer y el delantero se quedó en Uruguay. Eran las últimas horas antes del cierre del libro de pases y por ese entonces ya era un capricho del entrenador poder contratarlo. Los goles de Rubén Ramírez y la capacidad de Álvaro Navarro para moverse fuera del área resultaba un cóctel por demás interesante para la renovada delantera del equipo mendocino. Junto a ellos arribaron Germán Voboril, lateral de San Lorenzo, Cristian Leiva, volante central de anterior paso por la institución y el defensor central Emir Faccioli, proveniente del Frosinone de Italia.
Las piezas estaban listas pero ahora había que armar el auto. En la costa argentina el técnico probó hasta el cansancio. Toques rápidos y rotación. Buena distribución de juego, pero colaboración a la hora de defender. El equilibrio ante todo fue la premisa en los primeros amistosos disputados. Y mal no le fue. Victoria ante Dep. Rivadavia, derrota frente a San Lorenzo y despedida triunfal de Mar del Plata ante Racing dejaron una sensación de conformismo en el plantel. Restaban pocos días para el inicio de un semestre atípico y el objetivo estaba claro: confirmarse en la primera división. Para el entrenador priorizar el campeonato, al final de cuentas, sería lo que mantendría a la institución en el lugar que logró ubicarse desde el ascenso hasta la actualidad. Por eso y por presumir no tener la jerarquía suficiente, la Copa Libertadores podía esperar o al menos disponerla en un segundo escalafón de prioridades. Sin embargo, el buen arranque en el grupo hizo que sobre la marcha Da Silva decida mover el tablero y volcarse de lleno al torneo continental, apostando por algunos suplentes para el campeonato doméstico. La tentación de poder clasificar a octavos fue más fuerte que cualquier objetivo estipulado. Más aún cuando transcurridas algunas fechas quedó demostrado la ausencia de grandes candidatos.
Siendo primero en su zona, viajó a Montevideo con el ánimo por las nubes. Pero rápidamente bajó a tierra con una derrota inesperada ante Peñarol que puso en jaque la permanencia en la copa. Ahora segundo, estaba obligado a derrotar a Liga en Ecuador. Una parada para nada sencilla que terminaría por sentenciar las aspiraciones de clasificación y abriría una nueva incógnita sobre cuan capacitado estaba este nuevo equipo. La respuesta llegó casi de inmediato, cuando un par de victorias consecutivas lo depositaron en la recta final con serias posibilidades de coronación. Pero una vez más, el equipo falló en los momentos justos. La combinación Gimnasia – Vélez resultó ser fatal. Empate en Mendoza ante el conjunto platense y derrota ante el líder del campeonato lo dejó, como comúnmente se dice, sin el pan y sin la torta a falta de dos fechas para el final del clausura 2011. “Si no salimos campeones es toda responsabilidad nuestra”, declaró molesto, Mariano Donda en el final del partido ante Gimnasia. Sus palabras no admiten reproches pero permiten afirmar dos cuestiones: la primera es que pese a las bajas y el cambio de entrenador el equipo demostró entereza para sobreponerse y luchar hasta el final. La otra está a la vista de todos. El objetivo fue cumplido y Godoy Cruz, pese algunos malos rendimientos, merece su primer título de la historia.

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