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sábado, 18 de junio de 2011

Miguel no merecía este final

Por Joaquín Branne
Como toda etapa de la vida tiene un fin, ésta no podía ser la excepción para Miguel Ángel Russo. Su resonante alejamiento a la dirección técnica de Racing revalidó lo que parece ser una verdad absoluta en el fútbol argentino: la extinción de procesos extensos.
Al igual que tantos otros, Russo debió soportar la carga de dirigir un equipo que desde la prensa se denominó como serio candidato a ganar el título y que muchos suponían lo contrario o al menos instalaban la duda sobre cuan real podía ser esa afirmación.
Desde ahí en adelante, el entrenador convivió con todo tipo de infortunios. Lesiones, reclamos, dudas y hasta un enfrentamiento entre dos jugadores. Por no querer generar aún más revuelos que alimenten a los programas de televisión, su figura, con el tiempo, sufrió el desgaste habitual de un fútbol incapacitado para soportar las adversidades.
"Racing es un camino largo y despacio. Ya hablé con los jugadores y les deseo lo mejor a todos. A veces hay apuros importantes que no tienen sentido, los saltos de calidad necesitan tiempo", declaró el propio entrenador en el anuncio de su despedida. Fiel a su estilo, aceptó la decisión de los dirigentes, aunque no la compartió. Para él, salir adelante y reponerse del mal campeonato realizado podía ser posible si sus tiempos eran los tiempos de la dirigencia. Si su criterio a la hora de armar el equipo era respetado por Molina y los otros escandalosos personajes que lo rodean. Convencido de su capacidad y soportado por una buena base de jugadores, Racing modelo apertura 2011 podía haber sido la contracara de este prometedor equipo, que por momentos jugó un buen fútbol y por otros no logró soportar la presión instalada. Al fin y al cabo, fue él quién logró recuperar la ilusión de una hinchada ávida por volver a la primera plana del fútbol argentino. Una promoción y un presente devastador no era tarea sencilla para ninguno. Y así todo Russo dio la cara en un momento crítico, soportando todo tipo de injusticias y trabajando silenciosamente, sabiendo que no hay mejor receta para salir adelante. Con él en el banco, Racing obtuvo el mejor porcentaje de puntos respecto a los seis técnicos anteriores. De 52 partidos dirigidos, logró 23 victorias, 9 empates y 20 derrotas, lo que da un total exacto del 50%. Bastante más que los 39% de Merlo y apenas por encima del 44% conseguido en las conducciones de Caruso Lombardi y Gustavo Costas.
Ni que hablar si nos referimos a materia de refuerzos. A su llegada al club la acompañó las contrataciones de Moreno, Licht, Toranzo, Gutiérrez, Hauche y Pillud entre los más destacados. Nada de Rosano, Brítez Ojeda y Tavio en su conducción. El buen ojo para optar por los dos colombianos fue, sin lugar a dudas, uno de los grandes aciertos de Russo en el año y medio que estuvo al frente del equipo. Sus presencias en el plantel harán emocionar a más de un hincha acostumbrado a la mediocridad de las últimas décadas. La fórmula Gio-Teo promete mucho y el fútbol de galera y bastón seguramente se rememore en Avellaneda, aunque su gestor ya no estará en el banco para verlos juntos por primera vez.

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