¿ Quienes Somos ?

domingo, 22 de mayo de 2011

Chicago Bulls, el gigante que busca resurgir


Por Joaquín Branne
La desazón de no haber podido incorporar a Magic Johnson en el draft de 1979 todavía perduraba entre la gente y los directivos de Chicago Bulls. La joven estrella de la Universidad de Michigan, que por ese entonces se consagraba campeón tras varios años de sequía, abandonaba la NCAA y en una operación extraña se incorporaba a un renovado equipo de Los Ángeles Lakers.
No era un buen final de década para Chicago. Los malos desempeños en las últimas temporadas de la NBA y la imposibilidad de adquirir al base sentenciaron las aspiraciones de un público que reclamaba mayor protagonismo. En este clima de tensión y nerviosismo Tim Thorn debió dar la cara. El manager general del equipo de Illinois respondió a las peticiones de los hinchas y con la incorporación del ala-pivot David Greenwood intentó revertir el mal momento deportivo y comenzar a creer posible la obtención del primer título de la historia.

Para confirmar ese gran anhelo, el máximo dirigente de Chicago optó, dos años más tarde, por la contratación de Orlando Woolridge, la gran figura de la Universidad de Notre Dame, aunque juntos no pudieron siquiera responder al deseo de coronación. Para desgracia de Thorn y toda su gente, el equipo no dio grandes muestras de mejoría y se mantuvo inmerso en una crisis deportiva que perduró hasta el verano de 1984. De las últimas siete temporadas disputadas (comenzando la cuenta desde el año 1977), tan sólo logró clasificar a los playoffs en una oportunidad (1980), cuando en semifinales de conferencia cayó derrotado ante el estupendo equipo de Boston que luego se coronaría campeón de la NBA. Larry Bird fue demasiado escollo para un plantel diezmado y en plena etapa de transición, que recién logró resurgir cuatro años más tarde, cuando la suerte comenzó a cambiar.
En el draft de 1984, siendo ¡tercero! en la elección, Chicago daba inicio a un exitoso camino que lo mantendría durante casi una década en la cúspide del básquetbol estadounidense. Houston primero y Portland después pudieron haber cambiado el rumbo de la historia, pero el destino estaba marcado y los Bulls en una decisión acertada contrataban al escolta de la Universidad de North Carolina, Michael Jordan. Sus siete premiaciones resultaron toda una tentación para Thorn y Kevin Loughery, entrenador del equipo.
Con el juvenil escolta en cancha, Chicago comenzó a escribir su historia grande en la NBA. Tras cuatro años, volvió a disputar un playoff y aunque quedó eliminado en primera ronda ante Milwaukee el rendimiento colectivo del equipo se vio notablemente favorecido con la nueva incorporación. En su primera temporada, Jordan causó sensación. Finalizó la competición con un promedio de 28.2 puntos por partido y se convirtió en el jugador favorito de la gente, que lo votó para integrar el quinteto titular en el Juego de las Estrellas. Su talento, estaba claro, no hacía ningún tipo de distinción entre los fanáticos del básquet.
Sin embargo, y pese a contar con quién tiempo después se consagraría como el mejor jugador de todos los tiempos, los Bulls debieron esperar siete años más para conquistar su primer título. El buen momento del equipo y la llegada de algunos refuerzos de jerarquía (Paxson, Pippen, Cartwight y Rodman tiempo después) dieron por finalizada la tan ansiada espera de coronación en una campaña histórica, digna de los máximos reconocimientos de la época. En la temporada 1990-1991, con 61 victorias en su haber, Chicago Bulls levantaba el primer trofeo de los seis que obtendría en los ochos campeonatos siguientes. En aquel año la víctima fue Los Ángeles Lakers, pero también sufrieron la arremetida Portland (1991-1992), Phoenix (1992-1993), Seattle (1995-1996) y Utah Jazz (1996-1997 y 1997-1998). Con Phil Jackson en la banca y Michael Jordan en el campo todo era posible para los búfalos. Pero cuando aún todavía se celebraba la obtención del último título y el futuro se avecinaba como una nueva oportunidad para seguir en la senda triunfal, ambos decidieron alejarse de la institución y el buen momento del equipo sufrió un giro brusco que derivó en una nueva crisis deportiva. Seis años fuera de los playoffs y no más campeonatos hasta la actualidad.
Ben Gordon, Luol Deng y la contratación de Andrés Nocioni en el año 2004 no fueron suficientes para recomponer la situación y el mal presente del equipo se mantuvo, pese a haber llegado a las semifinales de conferencia en 2006.
En la actual temporada las cosas parecen haber cambiado. Afianzado desde los rendimientos individuales y colectivos, Chicago ha vuelto a la primera plana. Con Rose como principal figura y el apoyo de una buena base de jugadores, el presente del equipo parece encaminarse al que la historia de la franquicia reclama. “El talento gana juegos, pero el trabajo colectivo y la inteligencia gana campeonatos”, dijo alguna vez Michael Jordan. Nada más exacto para explicar este momento de los Bulls. Frente a Miami, por la final de la conferencia, será vital recobrar la mística de aquel plantel que supo brillar en los ’90. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario